Las matemáticas funcionan en muchos campos de la vida, no sólo en el mundo del comercio ni mucho menos se hicieron para que los estudiantes sufrieran. Hay leyes que regulan la vida de las personas y que no necesariamente se miden en centímetros o ecuaciones complejas. La vida es sencilla, aunque no necesariamente eso signifique que la podamos tomar simplonamente.
La medida de tus sueños determina la medida de las posibilidades que ves para tu futuro y por lo tanto de las realidades que encontrarás a lo largo de tu existencia;
La medida de las dificultades que enfrentas y superas, será la medida de tus fortalezas, desde el momento que te levantaste de andar a gatas para caminar… a fuerza de superar caídas.
Me parece que hay una proporción directa entre muchas dimensiones de la vida, aunque algunas sobresalgan de manera particular, especialmente estas dos que he mencionado.
Estas dos dimensiones de la existencia han estado rondando mi mente y mi corazón en estas últimas semanas y hoy por la tarde al ver a mi familia (unas 40 personas) reunida para saludar a dos jóvenes que nos visitaron, decidí que era el momento de poner por escrito estas, que más que ideas se convierten poco a poco en convicciones y prácticamente actitudes y normas de vida para mí, y espero también para las personas que amo.
LA MEDIDA DE LOS SUEÑOS, -es decir la medida de las metas, de los objetivos y los deseos que alimentan el corazón, mueven las manos y los pies, nos hacen despertar temprano y trabajar duro durante el día-, ES EN BUENA PARTE LA MEDIDA DEL DESTINO QUE ALCANZAREMOS.
No tengo clarisimo quien sea el autor o la autora de tres frases que iluminan este aspecto: “El que no sabe a donde ir… ya llegó”… la segunda: “Ningún barco sin timón ha llegado a buen puerto” y finalmente, “Ningún viento sirve al marinero que no sabe hacia dónde se dirige”. Son frases muy profundas que van más allá de motivaciones baratas de un charlatán de pacotilla.
Es claro que todos nos movemos en la vida, pero para estar en movimiento, simplemente podemos dejar que nos lleve la inercia. Toda la gente “nace, crece, se reproduce y muere”. Estas son normas de la vida y lo único que tienes que hacer para vivir (vivaquear diría) es cumplir con un modelo social que nos dará también seguridad y estabilidad frente a los demás. El resto llega por su cuenta pues tendremos casa, coche, familia, vacaciones y… un día moriremos sin saber si había una meta particular qué perseguir en la vida o si simplemente nos dejamos llevar por la corriente.
Pero es muy diferente moverse “con el fin en la mente”. Con el debido respeto del mejor amigo del hombre, en una jauría que persigue a una liebre, el animal que la vio e inició la persecución es el único que será perseverante hasta que alcance a la liebre. Los demás que son simplemente seguidores se cansarán pronto pues no le encontrarán sentido correr hacia algo que no han visto, ni pueden tampoco imaginar donde está o ni siquiera sabrán si verdaderamente existe o están corriendo sin sentido. Y la liebre será del que sabía porqué corría. Y si ningún perro la vio, pues se podrá relajar y vivir feliz…
A lo largo de mis casi 57 años he visto a un cierto número de personas y pequeños grupos (no muchos en realidad, pero muy significativos) que saben lo que quieren, se enfocan en ello, lo visualizan y parece ser que los medios o el camino para lograrlo llegan prácticamente solos. Hay quien llama a esto la mano de Dios, la providencia, el universo, el destino… Creo que el nombre en el fondo no interesa en estos momentos, sino la dinámica que he visto repetirse en estas personas.
Quien inició cuidando un niño en su tierna infancia, aprendiéndose marcas y modelos de coches a los 5 años, imaginándose su vida en otro país, caminando dos horas al día para ir a la primaria, siendo líder o el propietario de un negocio, poniendo tres palabras juntas en algo que un día llamó un poema o una conferencia o tres pinceladas en lo que un día parecía una pintura, cantar sin que eso pareciera tener sentido… y que hoy, después de años de luchas pueden mirar hacia atrás con satisfacción y hacia el futuro con deseos de que su sueño siga creciendo con empuje, cada una de esas personas, en un cierto momento de su vida “vieron la liebre” y empezaron a correr….
Y los que acabo de mencionar son casos reales, personas que han fijado su mirada, su mente, su corazón en lo que quieren y que al mismo tiempo que han dejado fluir sus sueños, los han nutrido con esfuerzo, preparación… y cuando menos lo esperaban las cosas “se fueron dando”. Hoy son propietarios de un kínder o de una empresa, líderes reconocidos de negocios internacionales, organizadores de carreras de automóviles a niveles altos, autores de libros u obras de arte, están a punto de dar un concierto, una conferencia o son directoras de un coro, todas con un alto índice de satisfacción y motivación…
Y esto no es magia, es una ley de la vida: No puedes lograr lo que no deseas, como decíamos anteriormente “el que no sabe a dónde ir… ya llegó”, y no necesita ni siquiera moverse, basta con que suba los remos a la barca en el río de la vida y la corriente lo llevará.
Mientras más claro y más “grande” sea tu sueño, más claramente te moverás hacia él y los medios llegarán para que esto se dé.
LA MEDIDA DE TU FORTALEZA ES LA MEDIDA DE LAS DIFICULTADES QUE ENFRENTAS Y SUPERAS… Los niños que crecen en países o zonas frías son generalmente más resistentes al frío (suena lógico, ¿no?). Y los niños que crecen sobre protegidos, son niños débiles que finalmente le tendrán miedo hasta su propia sombra, que jamás sintieron el viento frío en su cabeza porque sus papás los protegieron hasta de la más mínima brisa… aunque los niños no estén hechos de azúcar ni se deshagan con tres gotas de lluvia… Pero así los hacemos débiles y frágiles. Más que de genética, estamos hablando de entrenamiento y adaptación, aunque la parte biológica pueda tener un cierto peso.
Y esta es también una ley de la vida: si quieres tener buena condición física has de sufrir dolores musculares, sed, fatiga… y finalmente todo esto valdrá la pena en el momento en el que cruces la meta. Si quieres un título universitario o terminar tus estudios tienes que esforzarte, desvelarte, tal vez hacer sacrificios económicos… Si quieres construir una familia feliz, has de ser paciente y sembrar cada mañana la semilla del amor, ver sus frutos durante el día y volverla a sembrar al día siguiente. Desde que aprendemos a caminar, caer y levantarnos empezamos a entender que en la vida encontraremos obstáculos. Hay quien los ve como piedras de tropiezo para desistir y hay quien los ve como trampolines o escalones que lo motivan a superar sus propios límites.
Tus músculos (físicos, mentales, emocionales) serán tan fuertes como el entrenamiento que tuviste, tan grandes como las cicatrices que la vida te va dejando pero que no te detuvieron: serás tan fuerte cuanto las veces que ignoraste a quien te decía que era imposible, que “eso es de locos”, o cuando alguien te dijo que “eso no era para ti”, que pertenecía a otra categoría de personas. “que tú no naciste para ello…”
Todos hemos recibido talentos, dones para hacerlos fructificar, pero de la misma manera que la tierra necesita ser labrada para que dé frutos, también para que el campo de nuestra existencia florezca, es necesario cultivarlo.
Y lo demás llega. Se hace verdad la frase del Carpintero de Nazareth que dijo: “Al que tiene se le dará, y al que no tiene, aún lo que tiene se le quitará”. (Mc 4,25)
Todos, absolutamente todos enfrentamos dificultades a lo largo de nuestra existencia, en eso la vida es justa. La diferencia se va marcando en la manera en la que las enfrentamos. En cierta forma podemos afirmar que la grandeza de una persona no se mide en los logros que alcanzó, sino en la medida de las dificultades que superó… siempre con el fin en la mente.
Quien inicia una carrera pensando que no va a llegar a la meta, mejor que se quede en su casa a verla por televisión o que se la platique quien sí logró llegar…
Y para concluir:
– la medida de tus quejas, será también la medida de tus frustraciones;
– la medida de tu envidia será la medida de tu amargura;
– la medida de tus motivaciones será directamente proporcional a tu deseo de superación;
– la medida de tu cordialidad será la del trato que recibirás de otros;
– la medida de tu generosidad será la medida de lo que recibirás;
– la medida de tu agradecimiento, será la medida de tu satisfacción.
En fin de cuentas, el tamaño sí importa.
¿O no?
Gracias a quien me ha inspirado y me inspira en la vida
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