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Hay situaciones muy claras que tal vez no resultan evidentes. Una de ellas tiene que ver con algo que condiciona de manera determinante el inicio de la vida humana y que sigue teniendo una influencia a lo largo de toda la vida.
Se trata de lo siguiente, que es lo que ocupará esta cápsula: ¿El ser humano desde el momento que nace es bueno o malo… inteligente o tonto… flojo o comprometido…?
Tal vez sea mejor decir: “El ser humano nace con una estructura para aprender, pero esta estructura está vacía”. ¿No?
A diferencia de los animales no racionales, y de las especies que mal llamamos “especies menores” a quienes les basta el instinto y el patrimonio genético para sobrevivir, el ser humano necesita atención plena al momento de su nacimiento (y desde antes en su gestación), de otra manera irremediablemente muere.
No es sólo la atención que se le brinda con la alimentación, la higiene, la seguridad que son esenciales para sobrevivir físicamente, sino que requiere también –con una exigencia particular- la parte relacionada a la cultura, a la transmisión de información que le permitirá desarrollarse humanamente.
Es un tema muy extenso que hoy sólo tocaremos como introducción.
Una mosca, un pez, una mariposa tiene inscrito en su patrimonio genético lo que debe hacer. Nadie le “enseña” lo que tiene que hacer: Un mosquito, por ejemplo vive un corto tiempo, se nutre (nos pica o nos quita el sueño si le toca esa fortuna…), se reproduce y muere.
En cambio un ser humano, en el momento de nacer, abandonado a sí mismo ni siquiera sobreviviría.
En un ambiente óptimo en donde no hubiera amenazas, que el alimento estuviera al alcance de la mano sin esfuerzo y de manera permanente, ningún bebé recién nacido podría sobrevivir. Tal vez un niño en la edad y con posibilidades de caminar, de saber que tiene que comer podría sobrevivir, pero de ninguna manera alcanzaría en aislamiento un desarrollo “humano”.
Podemos decir que mientras más evolucionada está una especie, más frágil es en sus inicios. Nosotros, -tal vez también tú lo crees- nos consideramos los más evolucionados del planeta… con el debido respeto de otras especies que tienen capacidades infinitamente superiores a las del ser humano en muchos aspectos, piensa en la capacidad visual, olfativa, de velocidad de otras especies…
Pero una diferencia fundamental en relación con otras especies: es que el ser humano tiene una estructura para aprender. Pero esta estructura está vacía. Si le quieres enseñar buenos modales a un tigre… te va a terminar comiendo en cuanto te descuides porque de ninguna manera puede desarrollar la dimensión moral y distinguir lo bueno de lo malo, ni qué hablar de los insectos, aunque puedes domesticar a un perro y enseñarle muchas cosas. Pero si el ser humano aprende es porque está capacitado estructuralmente para hacerlo. Su cerebro, sus neuronas se pueden desarrollar en esta dimensión.
Continuaremos sobre este tema… Pero quédate desde ahora con la pregunta: ¿Qué consecuencias puede tener a nivel educativo pensar que el ser humano nace “vacio de contenidos”?
Papá, mamá, educador… ¿Lo habías pensado para tu hijo pequeño?
Será importante investigar acerca de estos aspectos? En la siguiente cápsula continuamos, mientras tanto… “¡Sé feliz de tu humanidad y que alguien te cuidó cuando estabas pequeño!”
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