
Parece una propuesta insensata pero creo que es lo correcto.
¿Cómo poner en evidencia nuestra singularidad? El término “idiota” puede ayudarnos a definir lo que somos y lo que queremos ser de manera “única”. En un mundo globalizado puede ser más que nunca necesario subrayar la “individualidad de la persona” como una propuesta desafiante…
Atendiendo al origen de la palabra “idiota”, encontramos varios significados. Al considerarla en uno de sus sentidos ser “idiotas” puede convertirse en una fortaleza muy grande. De hecho puede ser traducido como “lo propio” o “lo único” y de ahí también vienen las palabras idioma, idiosincrasia.
En la antigüedad “el idiota del pueblo” era el diferente, quien no cuadraba en los esquemas, llegando en ocasiones a ser el que no se integraba en la vida pública. La propuesta de estas líneas no se relaciona con ser tontos, ajenos a la sociedad o peor aún estúpidos sino más bien con el hecho de vivir de acuerdo a nuestra propia esencia, a nuestra propia identidad.
La palabra “idiosincrasia” se refiere a la manera en la que un pueblo o cultura y las personas que toman de ahí su identidad se ubican frente a la vida, frente al mundo, frente a los demás, frente a la dimensión trascendente. Y para cualquier mente abierta, es necesario conocer y apreciar lo propio de cada pueblo de cada cultura, sus singularidades, expresadas de manera muy particular en el “idioma” (también de la misma raíz “idios”).
Si como seres humanos reclamamos nuestra singularidad, si defendemos el considerarnos como únicos e irrepetibles, entonces vale la pena luchar por ello.
Creo que esto nos lleva a dar un paso más: buscar dentro de nosotros mismos/as aquellos aspectos de la vida (valores, actitudes y acciones por ejemplo) que puedan ayudarnos a humanizarnos plenamente como personas, a vivir en armonía con nuestros semejantes, con el mundo.
Se me permita decir que el idiota no actúa contra los demás por principio sino que por el hecho de vivir su singularidad, no encaja en los cuadritos estrechos de sociedades que lo llevarían a vivir de acuerdo a patrones estandarizados. Por eso a veces se le aísla o neutraliza con razonamientos superficiales de quien carece de mentalidad crítica.
¿Lo contrario? Tal vez es ser uno más del montón, levantar los remos y dejar que la corriente nos lleve. Creo que la originalidad no está peleada con una sana convivencia con los demás ni tiene que llevarnos a una actitud de confrontación, sino a crear espacios en los que cada uno pueda vivir su vida en plenitud.
Es claro que en la historia nunca destacan los gregarios, los que forman parte de “la masa” sino los únicos, los originales, para bien o para mal. Son estas personas las que como granos duros, pasan por el molino de la historia sin que se pierdan. Me vienen a la mente Gandhi, Martin Luther King Jr. Por quedarnos con ejemplos que consideramos positivos; seguramente cada uno de nosotros conoce a alguien que marca la diferencia en una familia, en el barrio, en una sociedad precisamente por la autenticidad de sus palabras y de sus acciones.
A nadie le deseo ser víctima de una “idiopatía” (enfermedad de origen desconocido, esos “casos únicos”), pero deseo para mí y para quien quiera tomar el reto, que nos convirtamos en ese ser “único”, “original”, que por esencia somos.
¿Vale la pena el reto?
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Excelente idea. El marcar una originalidad podría ser el camino de la paz. El mundo sigue la corriente de la violencia y en nuestros hijos el obligarlos a que sean lo que nosotros queremos mostrar al mundo inicia este camino violento. Aceptemos quienes somos y a nuestros hijos por lo que son. Acompañando su crecimiento. Eso hará un mundo de aceptar quienes somos de verdad
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