CÓMPLICES DEL APRENDIZAJE

¿Cuidarme del maestro? ¿Vigilar al “alumno”? ¿Y si en vez de vernos como rivales en los procesos de desarrollo y enseñanza aprendizaje nos percatamos que buscamos lo mismo y actuamos en consecuencia? Foto: Gerardo Antonio Díaz Jiménez. 2021

Estas líneas son solo una palabra que se comparte con docentes y estudiantes a propósito del aprendizaje y la enseñanza. No se pretende establecer dogmas o dar normas sino más bien en el espíritu de compartir, presentar algunos elementos que parecen ser  importantes.

En primer lugar, como en el tango, el aprendizaje es cosa de dos (al menos). Los procesos de aprendizaje-enseñanza son una responsabilidad compartida en la que además de las personas interviene el ambiente, factores de desarrollo, genéticos, procesos, programas contenidos, y muchos más elementos que podríamos mencionar pero que no es el caso de profundizar en este texto.

Para ser esquemático se utilizarán puntos de referencia que pretenden ser breves y claros, y no necesariamente están en orden de importancia.

1. LA MOTIVACIÓN Y LA INTERNALIZACIÓN

En primer lugar, dos principios básicos más uno:

La motivación no viene del exterior, sino que nace y se desarrolla en la persona. Aunque el ambiente y otros factores tienen un gran peso, en fin de cuentas, solo en el interior de la persona se puede encontrar o reencontrar la motivación. Si alguien dice: “este maestro/a no me motiva” es porque posiblemente no tiene esa motivación interna.

El segundo se refiere a la gran importancia de los procesos personales que el estudiante debe realizar. U. S. Zinchenko dice: “Yo no internalizo lo ajeno, sino lo propio, y eso lo tengo que crear”. De los miles de estímulos e informaciones que recibimos, sólo lo que se personaliza permanece.

Y como complemento, el hecho de que conforme un estudiante va caminando por la vida, es importante que tome conciencia de sus propios procesos de aprendizaje, que sea capaz de autoanalizarse si va por buen camino. Y esto se va aprendiendo desde el kínder y permanece vigente hasta los posgrados…

2. LA EVALUACIÓN

En muchas ocasiones se evalúa con un número, sobre todo en la educación tradicional; al actuar así generalmente estamos evaluando solamente una parte del proceso de aprendizaje que es la parte cognitiva. El estudiante está preocupado por ello, pero en el fondo un número no es lo que determina el aprendizaje, tal vez no debería ser lo esencial. En la vida profesional se mide el rendimiento y la calidad, no el número que un estudiante obtuvo en sus estudios. Quien se tituló por excelencia académica puede encontrar oportunidades en su primer trabajo, y tal vez un poco más pero con el paso del tiempo ese hecho pierde peso. La evaluación debería dar un paso más para abarcar la parte afectiva, emocional, operativa… Es importante que desde pequeños y sobre todo en niveles medios y superiores el primer filtro para ver si las tareas de aprendizaje están “bien hechas”, sean los mismos estudiantes, y no esperar “a ver si me cachan en la mentira”. Si no tienes una actividad, no tienes el puntaje. Si no está bien hecha y no cumple los requisitos… es como si entregaras una máquina incompleta, un proceso que no cumple leyes o reglamentos… los errores mismos lo van a frenar. No es tu cliente el que tiene que descubrir que le estás entregando un producto mal hecho o defectuoso… eso es, como mínimo, deshonesto.

3. ¿ALUMNOS O ESTUDIANTES?

Pasar de considerar al aprendiz como “alumno” y tratarlo como “estudiante”. La definición etimológica de «alumno» es «sin luz»… Como si el maestro fuera el que sabe todo. Sólo trabajando en asociación podemos construir juntos procesos de crecimiento.  El docente no debe ser policía ni simple vigilante  para que los procesos se den de acuerdo a un programa, sino que puede y debe convertirse en acicate personal para quien desea crecer y aprender. Convertirse en puente entre el deseo de aprender que todo ser humano tiene (o debería tener) y el aprendizaje teórico y práctico.

Dos errores que deberíamos evitar: tratar al estudiante como un ser incapaz, ignorante… y considerar al maestro como sabelotodo porque es el “catedrático”; se trata más bien construir relaciones de confianza que favorezcan el deseo de crecer. Las actitudes recíprocas entre docente y estudiante son en buen grado determinantes, sean estas constructivas o limitantes.

4. CALIDAD TOTAL:

En muchas ocasiones los estudiantes esperan un resultado en un número alto en su evaluación porque “trabajaron mucho”. Pero no es la cantidad de trabajo que se realiza sino el resultado final lo que importa. Nadie puede pretender recibir una paga al entregar una maquina a medias o que no funciona; al presentar un balance financiero o una programación incompleta. La calidad final es esencial. Debería ser automático en la persona el trabajar no para ser aprobado sino para superar las expectativas propias y ajenas. A esto se le llama responsabilidad para consigo mismo, con el cliente (y con el docente). Sin que contradiga lo anterior, es esencial que se entiendan los procesos que llevaron al resultado.

5. ¿DOCENTES O PAYASOS?

El docente no es un payaso para entretener y hacer las cosas divertidas. Tampoco una tarabilla que repite de manera monótona los mismos conceptos. Como se dijo al inicio, el primer interés debe venir del estudiante, que tiene el reto de aprender: “Con el docente, sin el docente y a pesar del docente”. A un cierto momento de la vida cada persona es responsable de su propio desarrollo y aprendizaje. La mayor prueba del aprendizaje no es que todos estén “contentos” sino que se logren los objetivos propuestos a todos los niveles de la persona. En una fiesta la diversión dura unos pocos minutos y el payaso se regresa a su casa. En un aprendizaje verdadero el aprendizaje significativo permanece, “se solidifica” en aptitudes y habilidades y también en actitudes, valores y acciones que superan el tiempo y espacio dedicados al aprendizaje formal.

6. CAPACIDAD DE ANÁLISIS

Una prioridad  del proceso aprendizaje-enseñanza debería ser el de proporcionar métodos de análisis, favorecer el orden en el pensamiento y razonamiento; que todos aprendamos a plantearnos preguntas más que a repetir respuestas que otros han encontrado a preguntas de otros tiempos y contextos. Hay muchos métodos de análisis que se pueden encontrar fácilmente: Ejemplos: hermenéutica analógica de M. Beuchot; Aprendizaje Situado de Díaz Barriga; la metodología Ver-juzgar-actuar, el Mapa de Interpretación de la Cultura de un servidor…

7. CREATIVIDAD

Dar espacio en los procesos de aprendizaje enseñanza a la originalidad y creatividad y sancionar severamente el plagio y la piratería. La creatividad del ser humano es infinita y “el salón de clase” más que un lugar en el que se aprenden y repiten conceptos debería ser un espacio abierto. Las letras del alfabeto son 29 y las notas musicales en occidente son 7 pero todavía no se ha escrito el último poema ni se ha compuesto la última melodía. Cuando una persona es creativa todos deberían estar contentos, aunque desgraciadamente algunos docentes son especialistas en matar la iniciativa, sobre todo quien apuesta por la memorización o repetición mecánica como método de aprendizaje. Es digno de mencionarse que aunque parezca paradójico una de las metas del aprendizaje y del desarrollo es la automatización. Quien aprende a manejar un automóvil, no tiene que hacer el repaso de todos los pasos para conducirlo, le resulta automático y no tiene que pensar: “primero pongo las llaves…” Afortunadamente, esta automatización es la que nos permite dedicar tiempo a la creatividad, pues no tenemos que preocuparnos por lo que ya sabemos sino por lo que todavía queda por aprender y crear.

8. ABRIR HORIZONTES

Puede ser determinante el echar un vistazo sistemático a lo que sucede en otras culturas, a lo que ha pasado en otros tiempos pues no somos los primeros que hemos habitado en este mundo y esperamos no ser los últimos. Si somos capaces de aprender de otros y aplicar lo que aprendemos en ámbitos diferentes, con personas de diferentes edades, estaremos desarrollando una de las características más importantes del desarrollo y del aprendizaje que es la de ser capaz de generalizar el conocimiento.

9. PERSONALIZAR

Cada niño/a, cada estudiante tiene su propio ritmo; cada uno tiene su propio punto de partida y su bagaje personal de conocimientos, experiencias, y en fin de cuentas es una persona única e irrepetible. La consecuencia es que su desarrollo ha de tener lugar también de manera personal. Sabemos que en muchas instituciones los grupos son numerosos y esto puede resultar muy difícil y a veces se antoja imposible, pero precisamente en la medida en la que el docente y el estudiante se hacen cómplices del aprendizaje, la personalización se torna accesible aún en grupos numerosos”. El reto de tratar a cada uno como «persona». Y en línea con esto acompañar al estudiante para que pueda llevar a cabo procesos basados en la autoorganización.

10. HEREDEROS Y TRANSMISORES

Cada uno/a de nosotros recibimos un bagaje cultural, y depende totalmente de los adultos transmitir la cultura a las nuevas generaciones. De manera particular en estos tiempos en los que estamos viviendo cambios a nivel mundial originados por la situación sanitaria, se perfila como esencial la responsabilidad de ser creadores de una nueva cultura que favorezca un desarrollo pleno, que favorezca la vida. En cuestiones de cultura, sobre todo en las primeras etapas de la vida, sólo tenemos lo que recibimos. Tomar conciencia de lo que somos, de lo que sabemos y compartirlo a las nuevas generaciones es una tarea a la que no podemos renunciar.

11. VIVIR PLENAMENTE NUESTRA HUMANIDAD

Tenemos un reto muy importante: mantener nuestra «humanidad» siempre, con todos, en todos los lugares. La tecnología nos puede hacer indiferentes, la sociedad nos convierte en números, podemos ser considerados una estadística. Como seres humanos estamos llamados a realizarnos, a alcanzar metas a todos los niveles y somos únicos. No somos el último vaso de agua en el desierto ni tenemos monopolio de nada pero la tarea de crecer está siempre vigente.

En este sentido es preciso cuidar la parte cognoscitiva, pero teniendo en cuenta que son igualmente importantes la parte emotiva, la parte afectiva, la dimensión espiritual y sin olvidar claro la dimensión física, en fin todas las dimensiones de la persona que son, por esencia inseparables.

FINALMENTE, y esto no tiene un número en el elenco que se propuso, porque la meta es que permanezca siempre en el horizonte, como telón de fondo importantísimo. Se trata del concepto de “escuela”. Hago notar que de manera intencionada no se ha utilizado la palabra “escuela” o “colegio” en este texto. ¿Por qué? Porque finalmente la verdadera escuela es la vida, es ahí donde nos ponemos a prueba a nosotros mismos; cuando superamos el ser “alumnos” en el sentido negativo de la palabra, y nos convertimos en compañeros en los procesos de crecimiento. De hecho, todo lo que se ha escrito en estas líneas es perfectamente válido en el ámbito de la “educación familiar, empresarial… formal e informal”.

¿Un ejemplo de cómo “la escuela supera los cuatro muros de un salón de clase? Cuando en nuestra experiencia profesional nos damos cuenta que nuestros estudiantes nos superan en logros, en valor, en resultados… a todos los niveles. Eso alegra a un docente y lo reta.  En realidad casi cualquier docente puede ser superado en conocimientos, en su conjunto, por un grupo de estudiantes que se lo propone.

Creo que estamos de acuerdo que la meta última de la educación no es obtener una buena calificación, un  título o un certificado de estudios sino la de vivir plenamente nuestro “ser humanos” a nivel personal, familiar, social… planetario. La más grande satisfacción de los varios agentes del proceso de aprendizaje-enseñanza, viene de la verdadera y última finalidad de la educación: construir un mundo mejor, vivir en una sociedad más justa, dejar una mejor herencia a las futuras generaciones.

La invitación es la de caminar juntos. De manera particular en el tiempo que llevamos “en línea” y en los cambios que vienen. Sigamos reinventándonos.

Agradezco a la Dra. Gloria Fariñas León porque gracias a ella y a los aportes del enfoque histórico culturalista que nos ha compartido, a la interacción con mis colegas docentes y a las miles de horas de clase con verdaderos «estudiantes» en la Universidad de la Salle Bajío en estos últimos años, ha cambiado no solo mi manera de “enseñar”, sino, y sobre todo mi manera de aprender.

Gerardo Antonio Díaz Jiménez. Copyright 2021. Puede utilizarse sin fines de lucro citando la referencia.


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