EL PERFECCIONISMO ES UN SIGNO DE MEDIOCRIDAD

¿Todo tiene que ser perfecto?

¿Será así? Piénsalo por un momento, critica la frase antes de continuar… y vuelve a leer la afirmación.

El perfeccionismo es un signo de mediocridad. Le da demasiada seriedad a la vida, y demasiado es una palabra que indica negatividad, que sobra, que tiene algo de inútil, un exceso que estorba como este párrafo que tiene ya demasiadas palabras.

Es mediocre porque mata la creatividad y uniforma con un modelo en vez de dar espacio a la originalidad. Lo perfecto es único, estandarizado, molesta a los ojos, aburre los oídos, lo imperfecto sorprende, despierta novedad;

El antónimo de lo perfecto es lo imperfecto, pero su contrario es el proceso, el camino que no se detiene, la búsqueda incesante, el andar que no tiene meta final, solo paradas intermedias.

Lo perfecto y el perfeccionismo, que son primos hermanos, eliminan al enemigo, o al menos eso pretenden hacer, porque en realidad le dan fuerza al detalle inacabado, al engrane desgastado que hace brincar la maquinaria, al puntito que mancha lo inmaculado.

Caminemos, intentemos.

Me parece que la  perfección que busco se parece más al diapasón que vibra en sintonía que a la nota perfecta de la soprano, que sí es bella, singular pero es única e irrepetible.

La perfección es tal vez  más cercana a la armonía esperada en una sinfonía que escuchas por primera vez que a la angustia de un problema matemático sin solución.

Quiero vivir sereno, en armonía, buscando la luz, la verdad, amando y promoviendo la vida en vez de buscar «el pelo en el huevo»; «el prietito del arroz» que ni le da ni le quita sabor pero le da variedad.

Quiero dar mi máximo esfuerzo pero también saber que no podré escalar todas las montañas.

Deseo más estrechar una mano rugosa, curtida por la experiencia que una » plástica», vacía, lejana del trabajo y la realidad;

Creo poder decir que puede tener más sabiduría el buey de un arriero, -atento a los caminos- que el hijo del rey que sólo pisa alfombras que no vuelan.

Quisiera ser entonces como las nubes que se renuevan en cada instante; al mismo tiempo le dan razón al niño, y al anciano con corazón de niño, creando formas interminables; robando minúsculas partículas de la tierra, para convertirse en lluvia gentil que empapa o en tormenta que arrebata; o simplemente para pasearse originalmente por el firmamento, vestir al sol de colores en un amanecer, concluir el día arrobada de bermejo y sobre todo convertirse en ese inasible arco iris que esconde un tesoro.

Prefiero el camino a la meta, el proceso a la perfección.

Y cuando se cierre mi libro, quisiera que se escribiera: «intentó vivir», es el único pasado del que quiero estar orgulloso. No el de las metas que seguramente quedaron incompletas, ni de los logros que por definición son parciales.

Le dejo el perfeccionismo al que quiera sufrir.

Déjenme caminar con el cojo que no corre para ganar medallas; déjenme tocar con el ciego que quiere saber qué son los colores; con el sordo, déjenme sentir vibraciones en mi piel…

Quiero aprender y enseñar a mirar más allá de las montañas, dibujar el lado oscuro de la luna y sostenerme como un fósforo, para iluminar, en ese breve espacio de mi existencia mi caminar y pasar la luz a quien está a mi lado.

Esta es la única perfección que deseo.

¿Y tú?

EJERCICIOS

Piensa en la definición de perfeccionismo del Diccionario de la RAE que dice: Tendencia a mejorar indefinidamente un trabajo sin decidirse a considerarlo acabado.

Y pregúntate:

¿Qué tanta angustia me provoca cuando estoy haciendo algo que “no me queda bien”?

¿Exijo a los demás (hijos, pareja, estudiantes, colaboradores…) hasta que todo esté perfecto?

Piensa que en ocasiones el fruto de grandes esfuerzos tiene una vida útil muy breve que no compensa grandes esfuerzos.

¿Qué relación tiene el perfeccionismo con la creatividad, la búsqueda de aprobación o la autocomplacencia, el culto al “yo”?

¿Qué otras preguntas te surgen? Puedes compartir como comentarios…

Copyright 2022 Ó Gerardo Antonio Díaz Jiménez. Puede utilizarse sin fines de lucro citando la referencia. gerantoniodiaz@gmail.com


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