LOS NIÑOS Y NIÑAS: ¿IGUALES O DIFERENTES?

Síntesis: En los primeros dos años del desarrollo de un niño/a el pediatra revisará su desarrollo y lo tratará como “único”, “diferente”; pero al entrar a una escuela tradicional a todos los niños/as se les ponen las mismas tareas y a todos los niños/as se les trata igual. ¿Cómo educar entre estas dos dimensiones? En los primeros años de educación… y más allá.

Cuando un papá o mamá va con el pediatra y le dice: “Mi niño ya tiene casi cinco meses y no se sabe sentar solo, ¿es normal?” Lo mismo pasa si tiene unos meses más y no le salen los dientes y si tiene 11 meses y no camina… Y la respuesta del pediatra será: “No se preocupe, todos los niños son diferentes”. Y efectivamente hay niños que nacen con un diente y otros que cumplen el año con apenas los primeros dientes; y unos que caminan a los 9 meses y otros que cumplen el año gateando. Y la respuesta del pediatra que no detecta anormalidades será la misma: “Cada niño es diferente”.

Y cuando entran a una escuela o colegio tradicional, todos los niños se uniforman. A todos se les sienta y se les pone a hacer la misma actividad y para cumplir los objetivos del curso, todos tendrían que aprender lo mismo, en el mismo tiempo y de la misma forma. Y la maestra te podrá decir: “Su niño está un poco atrasado en…”. Porque aquí todos tienen que ser iguales y en grupos de 20 o 40 niños y niñas el pobre maestro/a no tiene más remedio que suponer que hoy todos deben dibujar una flor roja con un tallo verde, de otra manera, se considera que no obedece aunque el niño tenga en mente otras flores u otras cosas (Hay un cuento precisamente sobre esto que se llama “Un niño pequeño” de Helen Buckley).

Y la creatividad se pierde y la educación se convierte en un asunto de uniformar a todos y pretender que todos deban pasar por la misma criba. Y no solo eso, los docentes a todos los niveles tenemos la obligación de evaluar y con un número definir el progreso de un alumno en matemáticas, cuestiones sociales, artísticas, biológicas y decir si alcanzó el resultado esperado. De otra manera “algo va mal en su educación”.

Sin duda que es un tema escabroso porque si cada quien se mueve por su cuenta y hace lo que le da la gana, ¿Cómo va a poder definir la sociedad al término de su educación que un graduado de la universidad puede construir una casa o hacer una operación para extirpar un apéndice?

Pero entre los dos polos, el de la total libertad en el aprendizaje y el de un sistema que mata totalmente la creatividad y la iniciativa personal hay muchas cosas que se pueden hacer.

En primer lugar, mantener siempre presente el principio de los pediatras que mencionábamos al inicio: “Todos los niños son diferentes”.  Cada uno tiene su historia, su familia y se ha desarrollado en ambientes diferentes. Cada niño/a conforme se va desarrollando va mostrando intereses particulares que se relacionan con su carácter y temperamento. Hay situaciones que provienen del ambiente, de la estimulación y otras que se refieren a cuestiones internas y que no se pueden definir desde el exterior. Los expertos aquí pueden discutir y desgañitarse para decidir cuál de las dos es más importante en el desarrollo y en el aprendizaje. Lo que nadie puede negar es que en la misma casa uno de los hermanos “no sabe estarse quieto” y el otro “se sienta y dibuja horas enteras”. Y los dos teóricamente vivieron en el mismo ambiente familiar y recibieron a nivel general la misma dosis de estimulación.

En segundo lugar, considerar que hay teorías educativas que con mucha claridad se orientan por un desarrollo personalizado; M. Montessori y su escuela proponen esto por ejemplo); L. S. Vigotzky propone un aprendizaje que tenga en cuenta las potencialidades que el pequeño va desarrollando (Zona de Desarrollo Próximo). Creo poder afirmar que la mayor parte de los alumnos reciben una educación estandarizada. Y al elegir una institución educativa para nuestros hijos, más que en el nombre o en el prestigio social que tiene, sería interesante indagar cuáles principios pedagógicos están a la base de la misma. Y ser capaces de pedir una cita con el director o directora para enterarse de eso o saber si tienen juntas generales de información.

Es claro que todas las escuelas particulares proponen una serie de valores que son prácticamente los mismos: honestidad, verdad, respeto, proactividad… pero, ¿Cómo transmiten estos valores a los pequeños/as, a los adolescentes y a los jóvenes? Hay escuelas que a nivel de adolescentes proponen métodos militares o casi… y otros que los salones de clase parecen patios de recreo y en donde el mismo tiempo de recreo se convierte en un momento de aprendizaje. En las escuelas públicas es casi inútil preguntar pues los padres de familia (al menos en México) tienen muy poca injerencia en la gestión de los procesos educativos) aunque sin duda la persona y las convicciones del director/a  del maestro/a que te toque serán muy importantes.

Y una tercera nota: Como docente universitario yo también me pongo esta pregunta: ¿Cómo educar? Aunque tengan 18 o 23 años, los estudiantes siguen siendo únicos; y estoy perfectamente  consciente que es responsabilidad mía y de las universidades el garantizar que se alcancen ciertos niveles de conocimiento teórico, que desarrollen ciertas habilidades básicas y hasta que los descubran que deben asumir ciertos valores… Muchas instituciones hablan de una formación integral como meta de la educación.

Pero en los últimos tiempos, a nivel personal, lo que más me ha preocupado es que los alumnos sean capaces de mantenerse en actitud de crecimiento, de aprendizaje, de apertura. La frase que nuestro sistema educativo mexicano acaba de descubrir el 2017 , el “aprender a aprender” que tanto cacareó el secretario de educación pública (cuando aprendió a “ler”) y que había sido propuesta a nivel mundial desde 1996 (Cuatro Pilares de la Educación) tendría que ser una dimensión muy presente a cualquier nivel educativo. Desde el primer momento que el bebé empieza a descubrir el mundo (hay quien le pone guantes a un recién nacido) hasta el último respiro, el ser humano tiene una necesidad constante de desarrollarse (cf. R.S. Peters). Y es que tal vez la verdadera educación solamente se da cuando “nos educamos”.

Concluyo desarrollando brevemente el concepto de educación: Educar significa literalmente: “Sacar hacia afuera”. Ese es el significado etimológico de la palabra latina educere. Parece un pleonasmo pero en realidad es una manera de explicitar el significado literal. Las verdaderas potencialidades del alumno las trae consigo el pequeño, la pequeña. El maestro puede suscitar interés en determinados temas y hay cosas que el estudiante tendrá que aprender, pero de ahí a pretender uniformar las metas de la educación, o peor aún, condicionar el desarrollo de los alumnos al alcance de los objetivos (o competencias) que los planes y programas proponen hay mucho trecho de por medio.

La verdadera educación se preocupará de “sacar” esas potencialidades y desarrollarlas al máximo. Y posiblemente uno de los puntos máximos que la educación tendrá que lograr será la del ejercicio de su libertad. Pero eso es un tema que nos llevaría por otros caminos y que dejamos para profundizar en otro momento.

Finalmente, dado que todos somos educadores -el director de una escuela o el gerente de una empresa; el papá y la mamá analfabetos y el que tiene un doctorado, los amigos en un grupo… todos “enseñamos” a otros. Entonces vale la pena preguntarse: ¿Y yo, como “educo”? ¿”Saco hacia afuera” las potencialidades de quien está a mi cargo? ¿O “las cosas tienen que aprenderse como digo yo y punto”? ¿Pretendo uniformar a todos o permito el desarrollo de la creatividad?


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